ITSAS TANTAK
TRAVESÍA DE CARLOS E IVANA (VELERO KRAIT)
1- CRUCE DEL ATLÁNTICO
Un emocionante inicio de aventura, donde los sueños se encuentran con la realidad en el vasto océano.
Carlos Valero e Ivana Gaitán siempre soñaron con grandes aventuras, aunque nunca pensaron que cruzarían océanos enteros en su velero, el “Krait”. La travesía que los llevó a cruzar el Canal de Panamá comenzó hace años, en 2016, cuando compraron su barco. Desde entonces, su vida ha estado marcada por la preparación. A lo largo de cuatro años, dedicaron incontables horas a acondicionar el velero, a aprender y a planear cada detalle de lo que sería un viaje épico. En el 2020, finalmente zarparon, después de que la pandemia les retrasara sus planes un año.
El canal de Panamá es una de esas maravillas de la ingeniería que, aunque fascinante, impone respeto. Para Ivana y Carlos, cruzar esas gigantescas esclusas fue una experiencia intensa. Navegar junto a enormes barcos mercantes, algunos de los cuales hacían que su velero pareciera insignificante, fue una mezcla de emoción y temor. Con precisión milimétrica, las compuertas del canal se cerraban tras ellos, y el agua se elevaba o descendía a medida que cruzaban cada uno de los tramos del canal. Además, ese año, la sequía complicaba el tránsito, ya que el lago Gatún, que alimenta las esclusas, estaba en niveles bajos.
A bordo, la vida es simple pero exigente. Carlos se encarga del mantenimiento y la navegación, mientras que Ivana, apasionada por la cocina, se asegura de mantener alimentados a todos, incluso en condiciones difíciles, donde preparar una comida puede ser un desafío tan grande como capear una tormenta. La buena comida, como reconocen ambos, es casi tan importante como el combustible del barco, especialmente cuando se navega durante semanas.
El viaje no es solo una prueba física, sino también emocional.
Uno de los mayores retos es cortar los lazos con la tierra. Dejar atrás a la familia, los amigos y la seguridad de la vida cotidiana para adentrarse en lo desconocido no es fácil. Sin embargo, una vez que están en el mar, la adrenalina y el encanto de este estilo de vida los atrapan. Para ellos, navegar no es simplemente una aventura o un viaje; es un modo de vida que los llena de satisfacción.
A lo largo de sus travesías, han conocido a otros como ellos, aventureros del mar que se cruzan en sus rutas, creando una comunidad sólida que ellos llaman “la familia del mar”. Compartir esa pasión por la navegación, así como los problemas y desafíos, ha forjado lazos profundos con otros navegantes que entienden perfectamente las alegrías y dificultades de estar lejos de tierra firme.
Tras cruzar el canal de Panamá, su siguiente gran destino es la Polinesia Francesa, concretamente las Islas Marquesas. Aunque les encantaría detenerse en las Islas Galápagos, las restricciones y costos asociados a la escala los obligan a seguir adelante. Mientras tanto, la idea de navegar hacia un paraíso tan remoto y fascinante les emociona, a pesar de que el recorrido es largo: ocho mil kilómetros los separan de su próxima meta.
Así es como Ivana y Carlos viven su sueño, surcando los mares, con el mundo y todas sus rutas por delante. Para ellos, cada día en el mar es una oportunidad para perderse en el tiempo, dejarse llevar por el viento y aprender algo más sobre sí mismos y el vasto océano que los rodea.
2- TRAVESÍA DE PANAMÁ AL REINO DE TONGA
De Panamá a Tonga: enfrentando desafíos y tormentas mientras la travesía se vuelve más intensa.
En el programa “Itxas Tantak” de Onda Vasca con Edu Araujo, se relata la travesía de Carlos e Ivana, quienes zarpan de Panamá hacia el Pacífico. Su viaje se interrumpe por problemas mecánicos y falta de combustible en las islas Galápagos, donde enfrentaron complicaciones legales debido a un agente corrupto. Aitor, en contacto diario con ellos, facilitó la comunicación con la embajada española, permitiendo que el problema se resolviera. Tras salir de Galápagos, Carlos e Ivana continuaron su travesía hacia las Marquesas, donde experimentaron una navegación tranquila, aunque con poco viento.
Durante la siguiente etapa, de Rayatea a Tonga, contrataron a un meteorólogo, Bob McDevitt, que les ayudó a buscar una ventana de buen tiempo entre anticiclones. Aunque comenzaron la travesía con buenas condiciones, pronto enfrentaron una tormenta severa. Su mayor preocupación fue una tormenta eléctrica, para la cual tomaron medidas de protección como desconectar equipos y usar cables en el agua para mitigar el riesgo de rayos. Aitor siguió la situación desde tierra con preocupación, mientras Carlos e Ivana gestionaban los riesgos a bordo.
Durante tres días soportaron condiciones extremas, con vientos de hasta 48 nudos, sin acostumbrarse a la situación y manteniéndose en alerta constante. El piloto automático fue fundamental para mantener el rumbo. Agradecen el apoyo recibido por Aitor y los seguidores y siguen compartiendo su experiencia.